domingo, 15 de marzo de 2020

Valores Éticos

Ilustración de John Holcroft

A lo largo del curso hemos visto la gran variedad de posturas éticas que han existido y existen. Vamos a aprovechar este parón forzado por las circunstancias para escuchar a algunos de estos filósofos antiguos y medievales.

1. PLATÓN
       Todos esos individuos que trabajan a sueldo, a los que la gente llama sofistas (…), no enseñan otra cosa que las opiniones que la gente propala en las asambleas, y denominan a esas opiniones sabiduría. Como si alguien hubiera llegado a conocer los instintos y apetitos de una bestia enorme y poderosa, por dónde acercarse a ella y por dónde agarrarla, y en qué ocasiones y por qué motivos se excita o amansa, y qué sonidos acostumbra a proferir en cada caso, y ante qué sonidos proferidos por otros se tranquiliza y se enfurece. Y tras aprender todo esto a base de tiempo y de contacto con la bestia, ese individuo lo denominara sabiduría, y adaptándolo como un saber sistemático, lo utilizara para su enseñanza. Y sin saber qué hay de hermoso o vergonzoso, bueno o malo, justo o injusto en tales opiniones y apetitos, usara todos esos nombres de acuerdo con las opiniones de esa bestia enorme, llamando bueno a lo que a ella le da placer, y malo a lo que le causa dolor. Todo ello careciendo de fundamentos racionales y limitándose a denominar bueno lo que es impulso irresistible, sin haber captado cuál es la diferencia entre éste y el bien, y sin ser capaz de mostrar tal diferencia a los demás. Un individuo así, por Zeus, ¿no te parece que resultaría un extraño educador?
República

2. ARISTÓTELES
       …dado que todo conocimiento y toda elección tienden a algún bien, digamos cuál es el supremo entre todos los bienes que pueden realizarse. La inmensa mayoría está de acuerdo en lo que respecta al nombre, pues tanto la muchedumbre como los refinados dicen que es la felicidad, y opinan que vivir bien y actuar bien es lo mismo que ser feliz. Ahora bien, acerca de lo que sea la felicidad no están de acuerdo, y no lo explican de la misma forma la muchedumbre y los sabios. Unos creen que es alguna de las cosas visibles y manifiestas, como el placer, la riqueza o los honores; otros, otra cosa; es más, con frecuencia una misma persona mantiene opiniones diferentes: la salud, si está enfermo; la riqueza, si es pobre.
Ética a Nicómaco

3. ARISTÓTELES
       Por estas razones son propios del vicio el exceso y el defecto, y de la virtud el término medio: sólo hay una manera de ser bueno, muchas de ser malo. Es, por tanto, la virtud un hábito selectivo consistente en un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón (…). El término medio lo es entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto, y también por no alcanzar en un caso y sobrepasar en otro el justo límite en las pasiones y acciones, mientras que la virtud encuentra y elige el término medio. Por eso, desde el punto de vista de su entidad y de la definición que enuncia su esencia, la virtud es un término medio; pero desde el punto de vista de los mejor y del bien, un extremo.
Ética a Nicómaco

4. EPICURO
       Todo placer, por tener naturaleza innata, es bueno; pero, sin duda, no todos son dignos de ser escogidos. De la misma forma, todo dolor es un mal, pero no todos deben evitarse siempre. Conviene juzgar estas cosas con una justa medida de lo útil y de lo inútil. Pues usamos algunas veces del bien como de un mal y, al revés, del mal como un bien.
       También consideramos un gran bien la autosuficiencia, no para que en toda ocasión usemos de pocas cosas, sino a fin de que, si no tenemos mucho, nos contentemos con poco, sinceramente convencidos de que disfrutan más agradablemente de la abundancia quienes menos necesidad tienen de ella, y de que todo lo natural es muy fácil de conseguir, y lo vano muy difícil de alcanzar. Los alimentos frugales proporcionan el mismo placer que una comida abundante, cuando alejan todo el dolor de la indigencia.
       Pan y agua proporcionan el más elevado placer cuando los lleva a la boca quien tiene necesidad. El acostumbrarse a las comidas sencillas y frugales es saludable, hace al hombre resuelto en las ocupaciones necesarias de la vida, nos dispone mejor cuando ocasionalmente acudimos a una comida lujosa, y nos hace intrépidos ante el azar.
Carta a Meneceo

5. SÉNECA
       Considera las adversidades como un ejercicio. ¿Quién no siendo más que un hombre, con recia propensión a todo lo honesto, no desea una prueba a su medida, y no desafía el peligro por correr a su deber? ¿Para qué hombre activo no es un suplicio la holganza? ¿Vemos a los atletas que practican el culto a la fuerza, cómo lidian con los más esforzados y exigen a aquellos con quienes se adiestran para el combate que usen contra ellos todas sus energías, y consienten ser tundidos, maltratados, y si no encuentran adversarios de igual fuerza, pugnan con muchos a la vez? Languidece la virtud sin adversario.
       Sepas que esto mismo ha de hacer el hombre bueno; no ha de temer las cosas duras y difíciles, ni ha de quejarse del hado: cualquier cosa que le acaeciera, téngala por buena, y conviértala en provecho propio. Lo que importa no es cuánto sufres, sino cómo lo sufres. ¿No ves con qué diferente cariño tratan a sus hijos los padres y las madres? Aquellos mandan levantarles temprano para dedicarse al estudio y así les arrancan sudor y lágrimas; las madres, en cambio, quieren tenerlos en su regazo y mantenerlos a la sombra.
       Dios trata a los buenos con corazón de padre y los ama varonilmente: ejercítalos en trabajos, dolores, infortunios, para que cobren la verdadera reciedumbre: quien sostuvo brega asidua con las contrariedades y le curtieron los obstáculos, ya no cede a ningún mal, y caído, aún lucha cuerpo a tierra. Los dioses contemplan a los varones magnánimos en lucha con alguna calamidad. He aquí un espectáculo digno de ser contemplado por dios atento a su obra; he aquí un duelo digno de dios: el varón fuerte luchando a brazo partido con la fortuna adversa; y todavía más si fue él el que la provocó.
Sobre la providencia

6. TOMÁS DE AQUINO
La ley natural, en cuanto a los primeros principios comunes, es la misma para todos los hombres, tanto por la rectitud de su inteligencia como por el conocimiento de ésta. Pero en cuanto a ciertos preceptos particulares, que son a modo de conclusiones derivadas de los principios comunes, es la misma para todos en la generalidad de los casos; pero puede fallar en algunos: sea a causa de algunos impedimentos particulares, sea en cuanto a su conocimiento, y esto porque algunos tienen la razón pervertida por las pasiones y por las malas costumbres, o por la mala disposición natural; por ejemplo, entre los germanos, en otros tiempos, no se juzgaba ilícito el latrocinio, según cuenta Julio César, siendo evidentemente contrario a la ley natural.
Suma Teológica

No hay comentarios:

Publicar un comentario