The Harmony Boys, por David Low. Publicado en 1940. |
Con el fin de la Primera Guerra Mundial, casi todos soñaron en un mundo más justo, democrático y pacífico que, ahora sí, parecía realizable, al alcance de la mano. Pero con el paso de los años, sólo los muy optimistas conservarán este convencimiento: es imposible cerrar los ojos al régimen comunista de Rusia y a los numerosos y violentos intentos revolucionarios de muchos países, al régimen fascista de Italia, y a las numerosas dictaduras militares, conservadoras o de todo tipo, de España, Polonia, Rumanía, Portugal, Japón... Y desde el estallido de la crisis económica de 1929, ya ni siquiera los optimistas: se establece el régimen nazi en Alemania, estalla la Guerra Civil española... El mundo ya no duda de que la Gran Guerra se va reanudar. La única duda es cuándo.
Pero si en 1914 el responsable último de la guerra fue el nacionalismo dominante y generalizado, ahora la gran amenaza la van a constituir los totalitarismos: diferentes ideologías políticas que creen poseer la solución perfecta para acabar de una vez por todas con las calamidades, injusticias y violencias de todo tipo. Se sienten poseedores de la receta infalible que permitirá crear una nueva Humanidad, gracias al líder único y omnisciente (o los líderes: uno por cada ideología), que les guiará inevitablemente hacia un mundo mejor. Naturalmente, la ideología se convierte rápidamente en creencia (por más que se racionalice), en una auténtica religión política.
Ahora bien, el totalitarismo incorpora otras características decisivas: si el propio partido (con su ideología, con su líder) es el bien absoluto, necesita crear un mal absoluto, un enemigo definitivo que concentre todo aquello contra lo que se lucha: será el enemigo de clase, de raza o de nación, responsable consciente o inconsciente de todos los males que sobrevengan. Es preciso denigrarlos, combatirlos, destruirlos; hay que rechazar cualquier compasión: no es posible reformarlos o convertirlos. Resultará útil deshumanizarlos, convertirlos en meros insectos dañinos a erradicar.
Los totalitarismos consideran relevantes desde un punto de vista político todos los aspectos de la vida social: por supuesto las opiniones (se debe creer lo que el partido opina), la economía y la organización de la sociedad (sólo el partido sabe lo que conviene hacer), pero incluso las costumbres, las diversiones y todo uso social (que también deben contribuir a la consecución de los objetivos del partido). Y esta tarea totalizadora, totalitaria, desde el primer momento resultará compleja y exigente. Será preciso movilizar a toda la población, encuadrarla en una diversidad de organizaciones, organizar continuos actos que exijan su participación, y mantenerla en tensión permanente en la buena dirección: y para ello resultarán imprescindibles dos armas muy antiguas, pero que las grandes transformaciones modernas han mejorado exponencialmente. En primer lugar una propaganda insistente, machacona y constante basada en mensajes simplificadores que reduzcan todo a una cuestión de buenos/malos, nosotros/ellos. Y de forma complementaria, un sistema de represión que vigile, controle y erradique con dureza cualquier amago, no ya de insurgencia u oposición, sino de simple desconfianza o indiferencia hacia el partido, su líder, sus objetivos.
Como en todos los tema, puede serte útil la presentación que utilizamos en clase, tanto para la realización de actividades como para su estudio. La puedes descargar aquí.
PLAN DE TRABAJO
Plana 39 izquierda. Guión-índice del tema.
Planas 40 a 44, izquierda. Reproduce como miniaturas los siguientes ilustraciones de la prensa de la época, y comenta cada uno: traduce los textos, identifica los personajes (si son conocidos), sugiere el motivo o acontecimiento concreto que ha llevado al dibujante a trazarlo, explica qué es lo que critica, y, sobre todo, deduce cuál es su postura política.
Hergé: Tintin au pays des soviets (9 de mayo de 1929) |
Herbert Block: Mussolini (1941) |
Herbert Block: Light! More light! - Goethe's last words (1933) |
Herbert Block: Story of the last seven years (1940) |
Hergé: Quick et Flupke (3 de agosto de 1933) |
David Low: The jaw is the jaw of Musso, but... (1934) |
David Low: What, no char for me? (1938) |
Verso & Kelen: Don't shoot the pianist (1939) |
Aníbal Tejada: Por Dios y por Alah (1936) |
Lilo: El mundo rojo al revés (1937) |
Plana 43 derecha. Completa (colorea y rotula) el Mapa de las anexiones de la Alemania nazi, hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Plana 45 izquierda. Pega este impreso y completa su contenido con ayuda de la presentación o del Atlas Histórico. En la parte superior, Resultados electorales en la Segunda República. En medio, el mapa con el Plan del golpe militar trazados por el general Mola, y su resultado (julio de 1936). Abajo, la Evolución de los frentes a lo largo de toda la guerra. La columna de la derecha te permite una breve explicación de los mapas, aumentar la leyenda para hacerlos más claros, etc.
Plana 45 derecha. Abajo, copia (simplificado) el gráfico de las Muertes provocadas en la Guerra Civil, que se encuentra en el Atlas Histórico (está más actualizado que el de la presentación).
PARA SABER MÁS
Aquí tienes varias películas que defienden sistemas totalitarios contrapuestos. Su carácter de pura propaganda (los buenos ―nosotros― son óptimos, y los malos ―los otros― son pésimos) no les priva de valor informativo sobre unos modos de hacer política que quizás no están tan lejos de nosotros... Además, tienen un valor cinematográfico sobresaliente.
Sergei Eisenstein, Octubre
Leni Riefenstahl, El triunfo de la voluntad
Pero también resultan tremendamente interesantes las obras escritas por los propios protagonistas. En ellas nos comunican sus proyectos, justifican sus obras, enumeran sus resultados, pregonan sus luces y esconden sus sombras. En Clásicos de Historia encontrarás algunos de los textos de Lenin, Stalin, Hitler, Franco, y otros muchos personajes ―políticos, periodistas, escritores― que nos han dejado su opinión, naturalmente interesada y partidista.
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